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Fotografías por Olivier Allard

Entrevista por Rafael Baralt Lovera.

Recuerdo haber leído la noticia sobre un contratenor venezolano que estaba triunfando por Europa. Eso fue a mediados de 2018. Recuerdo, además, que el titular decía que se trataba de un soprano. Obviamente, mi falta de conocimiento en el tema me hizo creer que debía tratarse de un error, ¿cómo puede un hombre ser soprano? Con la duda, me remití a uno de los tantos videos en Youtube de Samuel y no solo lo comprobé, también quedé admirado.

El pasado 8 de febrero tuve la oportunidad de asistir a un concierto de Samuel Mariño en Caracas. Allí pude corroborar en persona la versatilidad de una voz que difícilmente podré sacar de mi mente. En escena Samuel se mueve con seguridad mientras pasa por las notas de su amplio registro vocal. No solo interpreta cada canción, también las vive en carne propia y eso lo percibe la audiencia, logrando arrancarle lágrimas a más de uno en la sala. Por momentos sublime, por momentos aguerrido; tesitura de ángel y de demonio se van turnando para dar vida a Häendel, Mozart, Bellini, Purcell y a tantos otros. Verlo es una experiencia única, irrepetible y en lo sucesivo, necesaria.

Y es que Samuel ya viene de ganar el premio de interpretación en el Concurso Internacional de Canto en la Ópera de Marsella. Ganó el Premio del Público en el prestigioso concurso de canto Neue Stimmen 2017. En 2018 hizo su debut en la Ópera en el Festival Handel de Halle en la ópera “Berenice” en el rol principal. Ocupó el segundo puesto de “Mejor artista revelación” en la revista OpernWelt. Mención aparte están sus estudios, donde resalta Canto lírico en el Conservatorio de París, así como música barroca en la misma institución.

Conozcamos un poco más de Samuel Mariño, orgullo de nuestro país.

“Entonces fue como una bola de estambre, hilo tras hilo fui descubriendo que puedo hacer muchas cosas con mi voz.”

– Prefieres que te llamen músico, más que cantante, ¿quizás ello obedece a alguna rigurosidad en tus estudios musicales que te haya dado una formación más completa?

No más completo, quizás más exigente musicalmente. Por ejemplo, cuando voy a trabajar con una orquesta o con un pianista, no estudio solamente mi parte de canto. Yo siempre estoy leyendo las notas de todos los instrumentos, estudio las partituras y veo aquí esto está bien, aquí esto no y así obtengo una visión más global de las cosas. También me gusta dirigir. Tengo mi propia orquesta, Ensamble Teseo, que yo mismo dirijo en Francia. La formé hace tres años, junto con un grupo de amigos; nos dedicamos a descubrir nuevas formas de la música barroca.

– ¿Piensas que todavía tienes mucho por aprender?

Yo creo que cuando termine de estudiar mi carrera se va a acabar también. Siempre voy a estar aprendiendo, incluso con la música simple, que intento a veces hacerla complicada. Siento curiosidad por las cosas nuevas, hacer diferentes colores, matices, etcétera.

– ¿En qué momento te diste cuenta de que tenías un talento especial con la voz?

Me di cuenta cuando era adolecente. Sabía que tenía un problema con mi voz por ser demasiado aguda. Yo me preguntaba qué puedo hacer con mi voz. Fui a diferentes médicos, uno de ellos me dijo que podía cantar, de cierta manera, se llama contratenor, soprano. Entonces fue como una bola de estambre, hilo tras hilo fui descubriendo que puedo hacer muchas cosas con mi voz.

Pero fíjate que nunca me confié en eso, nunca he pensado que soy especial por mi voz. Siempre intento hacer cosas diferentes, pero no me confío de mi voz, es un instrumento que yo hago con mi cerebro, sobre todo. Ha sido un arduo trabajo, quizás para algunos que me vean cantando pensarán que es muy natural, cuando en realidad ha sido mucho trabajo llegar a esas notas agudas. Aunque la coloratura sí es muy natural para mí, la verdad, es como reírme. Es como transmitir una emoción.

– ¿Crees que hubieses llegado a este nivel de virtuosismo de no haber tenido la oportunidad de salir del país?

No, no creo. Venezuela tiene buena cultura a nivel sinfónico, a nivel orquestal, cuenta con excelentes orquestas y cantantes, pero en Venezuela –al menos en mi generación– no tenemos tanta cultura operística. Y sí, en Europa es muy común, sobre todo en Alemania, hay ópera en todas partes; en Francia también, igual en Italia. Entonces no creo que haya podido hacer todo solo estando en Venezuela.

– ¿Cuáles son tus referentes líricos?

Bueno, yo estudié con una soprano norteamericana muy famosa, se llama Barbara Bonney. Por supuesto me encanta como ella canta. Me gusta tanta gente, Cecilia Bartoli, me encanta Callas, Pavarotti; Mirella Freni, quien por cierto nos dejó ayer. Y hay tantos otros que quizás no me gustan tanto, pero siempre intento buscar algo que me guste de cada uno.

“Extraño los sabores, los olores, la diversidad, extraño muchísimas cosas de Venezuela.”

– ¿Te gustan los duetos?

Me encantan los duetos. Hay tantos tan cómicos, como hay tantos tan dramáticos.

– ¿Has hecho duetos?

Si, por supuesto. Todas la óperas de Händel se terminan en dueto (risas).

– Hagamos entonces un ejercicio de imaginación. Si tuvieses la oportunidad de cantar con ese artista que siempre has querido, vivo o muerto, ¿quién sería y qué cantarías?

Guao, esa está difícil… Me encantaría cantar con Callas aunque me daría mucha vergüenza, me metería bajo de la mesa. Bueno, al menos que nos tomemos un trago antes (risas), pero claro, me encantaría con las grandes divas, una Caballé por ejemplo; aunque también me imagino cantando I Puritani con Pavarotti.

– ¿Qué extrañas de Venezuela?

Tenía siete años sin venir al país. Extraño la gente, la espontaneidad de la gente. Por supuesto mi lengua que la he olvidado muchísimo, a veces me da vergüenza como hablo el castellano cuando luego escucho las entrevistas que me hacen. Extraño los sabores, los olores, la diversidad, extraño muchísimas cosas de Venezuela.

– ¿Volverías a vivir en Venezuela?

No sé si volvería a vivir aquí. Yo me desenvolví en un tiempo que fue muy decisivo para el ser humano. Me fui a los 19 años, ese momento en que pasas de adolescente a ser adulto. Y empiezas a tener tus hábitos y yo no sé si me podría volver a acostumbrar a nuevos hábitos acá. Pero nunca digo no. Y no quiero que malinterpreten, me encanta Venezuela y no quiero que vaya a sonar como que ¡Ah!, los venezolanos perdieron este talento. No es así, yo soy demasiado venezolano, hasta he traducido expresiones venezolanas al francés, al inglés, como “Vi el diablo en pantaletas”, imagínate (risas). Yo soy súper venezolano con muchas cosas, pero no sé si volvería a vivir aquí.

– ¿Qué le dirías a alguien que posea un talento como el tuyo, un cantante lírico, y que no tenga esa oportunidad de salir del país?

Trabaja. No importa lo que sea, trabaja. Para mí el día tiene 24 horas, para mí bastan cuatro horas para dormir. Tienes que trabajar. Y sé feliz también, disfruta lo que haces, no olvides que es música y está hecha para disfrutar y mover emociones, ese es el hecho de la música. Además, debes trabajar para ser libre.

– ¿Qué mas podemos esperar de Samuel, musicalmente hablando?

¡De todo! Yo no le tengo miedo a nada. ¿Sabes por qué? Al fin y al cabo, sea para mí el repertorio, o no sea para mí, igualito vas a ver en escena a Samuel Mariño, así como estamos sentados aquí me vas a ver en escena. Yo no me convierto en otra persona, hasta con peluca, sin peluca, en la ópera; soy como soy.

– Podría decirse que tienes el éxito asegurado, ¿sabes cómo manejarlo?

Quizás. Sin embargo para mí no todo es el éxito. El éxito también tiene muchas cosas malas, tiene su lado negativo. Te puedo decir que el año pasado tuve un poco de éxito y no es fácil manejar todo al mismo tiempo, todas las emociones, no quieres desilusionar a nadie.

Rafael Baralt Lovera
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Escritor venezolano y editor principal de The Wynwood Times